EL PREDICADOR QUE LEVANTABA PASIONES

Fue en el mes de abril de 1787, hace 235 años, cuando llegó a Murcia el famosísimo misionero apostólico, Fray Diego José de Cádiz y centró todas sus predicaciones en condenar las representaciones de comedias, las corridas de toros, los bailes, el libertinaje en las modas femeninas y en la concupiscencia, que según el religioso, promovían las nuevas costumbres de la época….
La llegada a la ciudad del predicador capuchino fue todo un acontecimiento.
Comenzó su misión en la catedral, donde se hizo la separación entre hombres y mujeres en los bancos y lugares reservados.
Como curiosidad citamos que, durante los tres días que estuvo predicando allí, tuvieron que cerrar las puertas pues nadie cabía en su interior debido al gentío que desde primeras horas ocupaba su sitio en el templo….
Se dio el caso de numerosas personas que para tener buen sitio en el templo pasaban la noche al raso esperando que, la Catedral, abriera sus puertas.
La misión del fraile continuó, al menos una semana mas, en la plaza de Santo Domingo por ser la más grande de Murcia y debido al espacio insuficiente de la Catedral. El Concejo aceptó la petición hecha por los capitulares, así figura en las actas, y trasladaron las predicaciones a esta plaza considerada la gran plaza pública de la ciudad….
Se levantó un púlpito bajo las torres de la iglesia de los Dominicos (actual templo de Santo Domingo)
Cuentan las crónicas y recogen las actas del Concejo que tanto la huerta, como el campo, se despoblaron pues la gente acudía en masa a la ciudad para escucharle. Hasta el punto que desde los lugares más alejados salía la gente de madrugada para llegar a Murcia despuntando el alba. Aunque la predicación era por la tarde, a media mañana, ya estaba la gran plaza del Mercado, Santo Domingo, invadida de gentes de todas las clases sociales.
También allí se hicieron separación de sexos, como mandaban las buenas normas de la época, destinándose a las mujeres el lado de los conventos de Santa Clara y Santa Ana y a los hombres la parte mas cercana a la Trapería. Las tropas tuvieron que encargarse de mantener el orden….
Según las crónicas durante dos días estuvo lloviendo pero esto no impidió que la plaza estuviera a rebosar de gente desde la madrugada anterior a la predicación. El entonces Obispo de la Diócesis, Manuel Felipe Miralles, repartió durante los días de predicaciones numerosas limosnas sobre todo a los huertanos, labriegos y obreros que abandonaban sus ocupaciones para escuchar al fraile predicador. También se repartieron limosnas a los miles de forasteros que acudieron a Murcia. El Obispo ordenó entregarles un pan y cuatro cuartos de tocino durante los días que permanecían en la ciudad durante las predicaciones del fraile capuchino….
ES HISTORIA DE MURCIA
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Comentarios

  1. El caso es que en Lorca hay una calle dedicada al insigne , que más se parece a Santi Abascal que a cualquier liberal , al uso.
    Menudas se las gastaba el fraile.

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